EL
MUNDO
22 enero
2023
Ni
el dolor durante el coito es normal, ni hay que aguantarlo
Ana Sierra
Cuando te pinchas con un alfiler el
dedo lo alejas inmediatamente, ¿verdad? Entonces, cuando las relaciones hacen
daño, el amor duele o la penetración es un suplicio, ¿por qué sigues ahí? El
dolor no es normal y, para poder tratarlo, hay que realizar un buen
diagnóstico.
¿Para qué sirve la sexualidad? Si lo piensas es de gran
utilidad pues sirve para conseguir muchas cosas. Desde su dimensión más
biológica, la función reproductiva sería quizá la más representativa y
compartida por la humanidad, pero ¿siempre deseas reproducirte cuando la pones
en funcionamiento? Yo diría que no.
Desde su dimensión social y relacional, la comunicación es
la gran función de la sexualidad. Sus lenguajes son variados y sus diferentes
códigos son los que nos llevan a crear relaciones únicas. Esa química que se
siente cuando te entiendes con alguien o contigo mismo. Saber comunicarse es
importante para sentirnos atraídos o rechazar relaciones, pero es precisamente
la siguiente función la que ha de decidir si nos acercamos o huimos.
En la dimensión psicológica es donde se cocinan e
interpretan las creencias, actitudes, pensamientos y emociones; allí
encontramos el PLACER. Y lo escribo en mayúsculas porque cualquier otra función
de la sexualidad que podamos imaginar tendría que estar siempre aliada con
esta: reproducirse con y para el placer; comunicarse y relacionarse desde el
placer y por el bienestar de todas las personas implicadas.
Cuando te pinchas con un alfiler el dedo lo alejas
inmediatamente, ¿verdad? Entonces, cuando las relaciones hacen daño, el amor
duele o la penetración es un suplicio, ¿por qué sigues ahí?
Demasiadas veces se vive la sexualidad desde el miedo y el
dolor. Y lo aceptamos como válido. Se naturaliza y acepta que el dolor es
normal e incluso necesario para cuestiones que realmente no necesitan ese
dolor, sino todo lo contrario.
Generalmente, son las mujeres las que manifiestan más dolor
durante las relaciones sexuales, por cuestiones anatómicas, pero también
socioculturales y relacionales. Habitualmente, es en el coito vaginal donde
aparece mayor dolor, siendo la práctica más utilizada. Esto nos puede llevar a
cuestionar nuestros comportamientos sexuales como sociedad; cómo nos
relacionamos, entendemos nuestro cuerpo y valoramos, o no, nuestro placer.
"¡Cariño, para, que me duele!", le dice la mujer a
su pareja. Y este le contesta: "¡Espera!, Solo un poco más que ya
acabo". ¿Te suena? A mí me lo han contado demasiadas mujeres que acudían
por falta de deseo a mi consulta.
Pero ¿cómo no van a aguantar todo eso si cuando acuden a un
profesional de la ginecología, por ejemplo, se ocupa exclusivamente de tu salud
física o reproductiva pero no te pregunta por tu disfrute? Yo no recuerdo que
me lo hayan preguntado nunca.
Por suerte, cada vez son más los profesionales de la salud
que entienden la sexualidad y contemplan el placer como una parte importante de
la salud. Porque no hay salud sin salud sexual, ni salud mental sin placer.
Este es el caso de una profesional que admiro y a quien
conozco profesionalmente (las dos somos docentes del Máster Universitario en
Sexología de la Universidad de Extremadura y el Instituto Clínico Extremeño de
Sexología), la doctora Miriam Al Adib Mendiri, CEO de
las Clínicas MiriamGine, una ginecóloga rebelde que
afirma cosas como que "el dolor es un tema muy abandonado dentro de la
medicina y me parece muy importante tratarlo".
Como gran divulgadora que es, en el más reciente de los cuatro
libros del que es autora, 'Hablemos de adolescencia' (LIbros
Singulares), incluyó un capítulo dedicado al dolor y la conciencia corporal.
"Para que la gente entienda de qué va la película y no empiecen sus
primeras relaciones sexuales con dolor. Así, dejaré de encontrarme mujeres con
50 años que llevan toda la vida renunciando al sexo porque, desde el principio,
piensan que tienen algo mal al tener relaciones dolorosas", comenta.
Lo que ha de quedar claro es que el dolor no es normal y,
para poder tratarlo, hay que realizar un buen diagnóstico.
Según la experta, "dentro de la medicina, normalmente,
tratamos el dolor de tipo orgánico, secundario a alguna lesión del tejido que
duele; por ejemplo, una inflamación, infección, endometriosis o algún tipo de
daño, cualquier vulvovaginitis, como la atrófica de la menopausia o el liquen escleroatrófico que puede dar lugar a dolor con la
penetración", argumenta.
"Pero existe también el dolor de tipo funcional, que
sería es poco conocido y tratado, al no haber una lesión en el tejido",
apunta la ginecóloga. "Aunque este también pudiera aparecer como un dolor
de tipo secundario a una lesión orgánica. Por ejemplo, cuando la musculatura
del suelo pélvico no funciona y, en lugar de estar relajada, se contrae de
manera involuntaria durante la penetración, dando lugar a un vaginismo, que
genere a su vez dolor, llegando a imposibilitar la penetración", añade.
A nivel funcional, la doctora Al Adib
nos indica que hay otros dolores de origen neurológico "como la sensibilización
de los receptores del dolor, siendo la vulvodinia
representativa de este mal funcionamiento de los receptores. Otro tipo sería la
neuropatía del pudendo, donde este nervio no transmitiría adecuadamente la
información del dolor, generándose dolor en él y en los genitales, sin verse
afectado el tejido", concluye.
Es por todo esto por lo que muchas mujeres, que tienen un
dolor sin explicación aparente, no saben a dónde recurrir y se crean mal
hechas, raras o incluso locas.
Muchas veces, llegan a mí, precisamente, por esta cuestión.
Tratando en consulta el dolor durante el coito o dispareunia, encontré mujeres
en esa situación de desamparo. En ginecología, les dijeron que todo estaba bien
y les recomendaron un lubricante, sin más. Pero algunas tenían incluso pequeñas
cicatrices en su vagina causadas por anteriores relaciones dolorosas,
detectadas posteriormente al derivar a fisiosexología;
área que contemplo en mis sesiones junto a Arantxa F. Peinado, fisioterapeuta
experta en suelo pélvico y mujer.
En la unidad de ginecología regenerativa que ha creado la
doctora Al Adib en Madrid no solo se tratan estas
cicatrices con radiofrecuencia, sino que también se utilizan otros tipos de bioestimulación, como son el infiltrado de plasma rico en
plaquetas y el ácido hialurónico, completando así el trabajo fisioterapéutico.
Este trabajo multidisciplinar es fundamental para conseguir resultados.
Desde la psicosexología, el dolor
no solo hay que escucharlo y validarlo, sino que ha de ser tratado por
completo. Quizá sea complicado descubrir el origen, pero eso no impide que se
puedan utilizar determinadas técnicas que ofrezcan buenos resultados.
Desde la terapia psicológica, pasando por el entrenamiento
en relajación, visualización y meditación, para la reducción del estrés y la
toma de consciencia del mindfulness o mindfulsex.
Ofreciendo educación sexual integral, generalmente confusa o inexistente a lo
largo de su vida; o utilizando la metodología correspondiente, ya sea terapia
sexual, de pareja o algunas para el tratamiento del trauma como el EMDR, que
ofrecen extraordinarios resultados en un tiempo generalmente breve.
Así pues, que no te engañen. Desde la primera experiencia y
hasta la última, el sexo es siempre con placer y no para complacer.